No era falta de organización. 

Era falta de conexión.

Cuando emprendí por primera vez, nadie lo notaba… pero estaba apagada por dentro.
Desmotivada, saturada, funcional… y profundamente perdida.

Mi primer clic fue cuando fui a terapia.

Ahí me di cuenta de que no importaba cuánto me organizara o lo mucho que hiciera: seguía en bucle.

Sin claridad, sin foco, sin ganas.

Tiempo después, decidí soltarlo todo: dejé mi trabajo, cambié de ciudad, me mudé a Marbella.

Sin saberlo, era el inicio de una nueva versión de mí.

Lejos de todo lo que me definía —las fiestas, las etiquetas, la gente de siempre— empecé a preguntarme en serio:

¿Quién soy yo, de verdad?

¿Qué quiero construir con mi energía?

Me formé, me escuché, me vacié… y por fin entendí:

Planificar no es llenarte de tareas. Es priorizar lo que importa y construir desde dentro.

 

Hoy…

Acompaño a emprendedoras digitales que ya han recorrido camino, pero se sienten saturadas y sin dirección.

Les ayudo a reconectar con su visión, ordenar su negocio y tomar decisiones con foco, sin perderse en el proceso.

Todo a través de una mentoría que une estrategia y escucha emocional, porque estructurar tu negocio también puede ser una forma de cuidarte.

Porque emprender no es hacer más.
Es saber hacia dónde quieres ir y respetar tu ritmo para llegar.